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Ganó el fútbol
Porque ganó el que mejor y más bonito lo hace de Europa. Y porque la final de ayer, memorable, engrandece aún más la historia de esta competición.
El partido fue espectacular, vibrante, intenso y lleno de ocasiones por ambos bandos, nada que ver con las finales miserables y especulativas de otros años.
Cada equipo dominó una parte. El Manchester hizo una primera mitad primorosa, ahogando al Chelsea en la medular y abriendo el campo por los costados con un Cristiano inmenso que se fue de Essien cada vez que quiso. Sus triangulaciones con Tevez, portentoso de espaldas a la portería, y el buen sentido de Scholes acabaron desbordando a la defensa del Chelsea. El gol de Ronaldo, (un calco del que le hizo a la Roma) marcando perfectamente los tiempos y suspendiéndose en el aire antes de rematar, merece estudiarse en las escuelas de fútbol de todo el mundo.
El segundo tramo fue del Chelsea, aunque, todo hay que decirlo, no llegó con la claridad con que lo había hecho el Manchester en la primera mitad. La ocasión más clara fue un disparo lejano de Drogbá al palo, completamente vencido Van der Sar.
El partido llegó a su final con un empate justo. Ningún otro equipo de Europa hubiera resistido un ritmo de juego tan alto.
La prórroga fue otra fiesta del fútbol. Lejos de amedrentarse, los dos equipos huyeron de los penaltys y salieron a ganar convencidos de sus posibilidades. Lampard mandó un balón al larguero y Terry salvó en inverosímil escorzo un remate de Giggs que buscaba la portería.
La ronda de penaltys fue dramática y bella, y nos dejó un cúmulo de imágenes para el recuerdo: el aislamiento de Cech, la falsa paradinha de Ronaldo, el resbalón de Terry, la desgana de Anelka…
NOMBRES PROPIOS
RONALDO: A Cristiano se le apareció la Virgen de Lourdes en forma de tropiezo. Si Terry no hubiera resbalado, Ronaldo, que ya había fallado otro penalty contra el Barca en semifinales, hubiera quedado marcado de por vida. Y hubiera sido una pena porque es un futbolista mágico y espectacular, y ayer lo volvió a demostrar en una primera parte extraordinaria. Que sea el gran crack que busca el Madrid y que valga la burrada que piden por él, es harina de otro costal.
ROONEY, DROGBÁ Y BALLACK. Decepcionaron los tres. El primero fue completamente anulado por Carvalho, unos de los mejores centrales del mundo. El segundo dejó destellos pero no justificó su cartel. Y el tercero perdió otra oportunidad para reivindicarse. Definitivamente, Ballack no la gran estrella que muchos creímos ver en su día.
Menos enigma
Decíamos hace unos días que este Madrid es un enigma: normalmente no juega a nada, pero cuando emite alguna señal relacionada con el juego suele acabar perdiendo. Paradojas de un equipo extraño.
Ayer se aclaró un poco el misterio. El Madrid es humo. Aire. Aire ilusionado, convencido, ahora un poco menos. Pero aire.
Claro que el aire, el humo, dan para ganar una Liga. Y dos. Sobre todo si va precedido, el aire, la nadería pura, de una inversión en fichajes por importe, nada menos, que de cien millones de euros. Moco de pavo. Pero el aire, por más convencido y financiado que esté, no alcanza para llegar muy lejos en Europa, donde se mide la consistencia real de los equipos.
Porque se puede perder de muchas maneras, sobre todo en una eliminatoria a doble partido, donde un simple tiro al palo o la mano inverosímil de un portero pueden dejar fuera hasta el más conspicuo de los candidatos al título. Es la ley y la grandeza de la Champions.
El problema es que el Madrid perdió porque fue peor que un equipo menor.
Tan pronto como se encontró con un conjunto serio, un grupo meramente aseado pero dispuesto a no perder el sitio, la banda de Schuster se desmoronó, se deshizo, se desdibujó.
Perdió el norte y se desordenó, cosa del míster, claro, de la falta de trabajo táctico. O de trabajo, a secas. De no tener automatismos, de carecer de un estilo de juego al que acudir cuando el rival se planta firmemente en su parcela y no hay manera de abrirle un hueco.
Cuando un equipo se queda sin argumentos sólo puede echar mano de dos recursos: el talento y la heroicidad.
En este equipo el talento sólo se le supone a Guti. El problema es que el canterano suele reservar sus genuinas esencias para los días de trámite. No le recuerdo en las grandes citas.
Y la heroicidad, en el caso del Madrid asociada a las remontadas históricas y al fetiche de los noventa minuti, parecen cosa de otro tiempo, de cuando el fútbol aún pertenecía al mundo de los valores .
Schuster siempre se atribuye las victorias pero nunca las derrotas. En la melena de Bernardo, el Madrid nunca pierde, es el árbitro el que hace ganar al contrario. Como ayer no había árbitro al que agarrarse, simplemente el Madrid no perdió.
El Madrid no perdió, no perdió, no perdió, no perdió, no perdió, no perdió, no perdió……
El bocazas de Schuster
Declaraciones de Schuster sobre el árbitro del Real Madrid- Roma: Lee el resto de esta entrada »